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lunes, 13 de mayo de 2013

Asia, budistas en pie de guerra toman las armas

Normalmente cuando se habla de budismo, inmediatamente relacionamos esa palabra con la paz, la meditación y la tranquilidad del espíritu. Sin embargo algunos de los estereotipos, a través de nuevas situacionas políticas, económicas o religiosas, se van desvirtuando con el tiempo.
El año de 1956 marcaba los dos mil quinientos años del Parinirvāna del Buda y de acuerdo con una antigua tradición sostenida por millones de budistas conduciría a un período en que el Dhamma, el mensaje del Buda, se extendería a través del mundo, los gobiernos poco a poco se inclinarán hacia la justicia, y habría una incremento de la paz y la felicidad.
La profecía anterior se ha convertido en una, utópica, esperanza milenarista. Sin embargo, el Budismo intentaba transmitir un mensaje muy importante para el mundo moderno. No es una fe en un dios imaginario o alguna deidad ante quien toda responsabilidad es entregada. Es fe en el ser humano. El Budismo da completa responsabilidad y dignidad al ser humano, y lo hace su propio maestro.
Un reportaje de la BBC nos situa en la realidad del budismo en los días de hoy.
Conflictos religiosos y económicos envuelven en estos momentos en diferentes países, Sri Lanka y Birmania principalmente, de mayoría budista, a los miembros de esta creencia con los musulmanes que habitan en esos países.
Birmania, especialmente, vive un conflicto que está dejando decenas de muertes con el transcurso de los días, en una violencia sectaria que parece tener difícil solución, y que ha dejado decenas de miles de desplazados hasta la fecha.
Budista protesta
"El mundo no es solo para los musulmanes", dice este budista. Fotografía capturada de la web de la BBC

"Un monje budista tomó a una niña musulmana y le puso un cuchillo en el cuello", recuerda un testigo. De esta manera inicia su reportaje la BBC.
"Si nos siguen, la matamos", asegura que dijo el monje antes de escapar de la policía durante los disturbios que en marzo dejaron al menos 43 muertos en Birmania.
El mismo continua diciendo, "En los últimos meses se difundieron imágenes de budistas armados atacando musulmanes en varios países asiáticos. Son imágenes que impactan no sólo por la violencia que muestran, sino porque echan por tierra el estereotipo del hombre amable, sonriente, bajito, descalzo y calvo con que Occidente suele asociar al budismo.
Las recientes olas de violencia provienen sobre todo de Birmania y Sri Lanka, dos países que sufren desde hace siglos enfrentamientos étnicos y religiosos entre una mayoría budista y una minoría musulmana, que han dejado incontables muertos y cientos de miles de desplazados.
Los conflictos entre ambas creencias han ido en aumento desde finales del siglo pasado, debido fundamentalmente a una rivalidad política, económica y social entre ambas comunidades".
La crisis económica de Indonensia en la década que se iniciaba en 1990, puede decirse que significó uno de detonantes más significativos de la crecienteola de violencia actual.
La destrucción el año 2001 de las estatuas gigantes de Buda en Bamiyán (Afganistán), por parte de los talibanes, representan otro punto álgido del conflicto.
Pero estos conflictos, a veces, no se deben a diferencias religiosas en si mismo, sino al interés de terceros poderes en generar la violencia entre las comunidades en su provecho personal.
Las recientes olas de violencia provienen sobre todo de Birmania y Sri Lanka, dos países que sufren desde hace siglos enfrentamientos étnicos y religiosos entre una mayoría budista y una minoría musulmana, que han dejado incontables muertos y cientos de miles de desplazados.
En Bangladesh, de mayoría musulmana, también se han recrudecido los enfrentamientos entre ambas comunidades en las últimas decadas.
El budismo es una religión originaria de India que sigue las enseñanzas de Siddharta Gautama, un nepalí que en el siglo V a.C. fundó una doctrina basada en la supresión del deseo como camino para combatir el sufrimiento y alcanzar el nirvana o estado de liberación.
Hoy el budismo tiene aproximadamente 365 millones de adeptos en todo el mundo y se separa, en términos generales, en dos ramas: Theravada, que se expande por India, Sri Lanka y todo el sudeste asiático (incluida Birmania), y Mahayana, presente más al norte, en países como China, Taiwán y Japón.
Una de las decenas de versiones que tiene esa segunda rama es el budismo tibetano, que se ha hecho famoso en todo el mundo gracias a su figura más importante, el Dalai Lama. Esa ala del budismo, en efecto, está dominada por los pacifistas en sandalias y rapados con que se suele asociar al budismo.
Pero no todos son así.
"Hay una gran variedad de tradiciones budistas y una puede estar en contraposición a las otras", le dice a BBC Mundo Michael Zimmermann, del Centro de Estudios Budistas de la Universidad de Hamburgo, en Alemania.
"Tienen una historia de 2.500 años y cada una tiene una visión diferente acerca del uso de la violencia", explica.
"Hay que separar la cuestión religiosa del contexto político, social y cultural de una identidad que se siente amenazada", advierte la editora del servicio birmano de la BBC, Tin Htar Swe.
Para estudiosos del budismo, cuando estos encuentran que su país, su valores, su identidad o su territorio están amenazados, puede entenderse que existan budistas violentos.
Quizá esto constituya el contexto de los diferentes brotes de violencia recientes y pasados en el sudeste asiático.
En declaraciones a la BBC Mundo, Michael Zimmermann comenta "Si bien es cierto que la no violencia es central para el budismo, hay situaciones en las que la enseñanza budista permite su uso. El mismo Dalai Lama ha dicho que la guerra se puede justificar por la causa de la libertad.
Como el cristianismo o el hinduismo, el budismo tiene preceptos que profesan la no violencia, pero lo que diferencia al budismo de otras religiones es el énfasis en la intención"
A la pregunta de que ¿Por qué está tan extendida la idea de que los budistas son pacifistas?, responde Zimmermann "También asociamos el budismo a figuras famosas por ser pacifistas, como Gandhi y el Dalai Lama".
Según el mismo reportaje "la imagen (pacifista) no se ajusta del todo a la realidad. Ahí están las escenas de Birmania y el caso de Ashin Wirathu, un monje budista que estuvo en prisión durante nueve años por incitar la violencia religiosa en ese país. 
Al movimiento que lidera desde que salió de la cárcel en 2012, el grupo 969, lo han catalogado como "el movimiento nacionalista neonazi de más rápido crecimiento en Birmania".
Y a Wirathu lo llaman "el Bin Laden birmano".

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